El cepillo de dientes es un objeto del que pocos podrían imaginar cuál es su origen. El lugar en dónde se creó el cepillo dental resultaría quizás el menos pensado; una prisión.
Entre cientos de utensilios simples que empleamos a diario encontramos uno al que por lo general no le damos la importancia que merece: el cepillo de dientes. Antiguamente la forma tradicional de lavarse los dientes era frotarlos con un trapo o tela de lino con sal u otra sustancias. También se emplearon ramas, palos de naranjo o púas de erizo para frotar la superficie de los dientes y dejarlos así más limpios. No fue hasta el siglo XIX cuando se comercializó el primer cepillo dental tal y como hoy lo conocemos.
Willian Addis desarrolló un pequeño utensilio que cambiaría su vida y la de millones de personas. En 1780 William Addis fue encarcelado por disturbios públicos en la cárcel de Newgete (Inglaterra). El método habitual para limpiarse los dientes en prisión era frotar los dientes con un trapo con hollín y sal pero Addis por algún motivo era reacio a utilizar los trapos que se ofrecían a los presos. Seguramente porque no le parecían los suficientemente fiables en cuanto a higiene. Una noche tras una cena se guardó un hueso pequeño de pollo, consiguió unas cerdas sobornando a un guardia, las unió y las pegó en los agujeros que había hecho en el hueso…Y así se hizo su propio cepillo de dientes.
Cuando salió de prisión decidió comercializar su invento, fundó la compañia ADDIS y comenzó a comercializar los cepillos de dientes bajo el nombre Wisdom Toothbrushes. Pronto se hizo muy rico. Después de su muerte, su hijo mayor también llamado William, continuó con el fructifero negocio. La empresa continúa en la actualidad bajo el nombre.
Para 1840 la compañía de Addis ya exportaba cepillos a otros países.
Desde La Clínica Dental Couce no dejamos de sorprendernos con el origen de algunas de las herramientas que empleamos a diario en nuestra profesión y vida cotidiana.