Entre los daños colaterales de estos regímenes sin la supervisión de un especialista se encuentra nuestra salud bucodental.
En cuanto a las consecuencias que podemos observar en nuestra boca, resultado de las dietas son los siguientes:
- Erosiones y desgastes dentales: se deben en muchos casos a un consumo abusivo de cítricos y frutas ácidas que van desgastando el esmalte de los dientes.
- Mal aliento: últimamente se han puesto de moda las dietas que restringen el consumo de hidratos de carbono, en ausencia de los mismos, el cuerpo transforma las grasas acumuladas en cuerpos cetogénicos para ser usados como combustible. Cuando nuestro cuerpo tiene un exceso de cuerpos cetónicos (cetosis) estos se liberan a través del aliento, a veces también se puede notar un sabor metálico en la boca.
- Aparición de llagas o erosiones en las mucosas y encía debido fundamentalmente a un déficit de vitaminas en la dieta, sobre todo A, C y E.
- Las grasas también son necesarias para una correcta salud bucodental, seguir una dieta muy baja en grasas puede interferir en la absorción de vitaminas como la A, D, E y K. La vitamina D es especialmente importante para nuestra salud bucal ya que contribuya a la absorción del calcio.
- El bajo aporte de vitamina B2 o riboflavina desencadena alteraciones en las mucosas, especialmente de ojos y boca, pudiendo verse cuadros de dolor e inflamación de la lengua y mucosas orales. El déficit de vitamina D puede favorecer la aparición y desarrollo de la caries. La falta de vitamina C afecta significativamente a la salud de las encías y mucosas de la boca.
Lo que nos dicta la lógica sería no hacer dietas drásticas, sino llevar una alimentación equilibrada y en caso de dudas consultar con un especialista en nutrición.
A veces algunas de las alteraciones que se producen en la boca, pueden ser la clave para detectar anomalías en la alimentación o bien alteraciones metabólicas.
Recuerda, si has decidido hacer una dieta, hazlo siempre bajo la supervisión de un profesional para así no dañar tu salud.
