Tiene 5000 años de historia: las civilizaciones antiguas utilizaban palos para eliminar los restos de alimentos de sus dientes, usaban trozos de ramas con el extremo deshilachado haciendo efecto de cerdas. A medida que el tiempo pasó, los cepillos evolucionaron y ya eran de hueso o marfil con cerdas de materiales más duros. El cepillo moderno como el que usamos hoy en día, fue inventado en 1938.

El primer cepillo de dientes producido en masa, se inventó en una prisión. En 1770 un inglés llamado William Addis, encarcelado por incitar a un motín, vio a los demás presos utilizar un trapo cubierto de hollín o sal para limpiarse los dientes. Addis guardó un trozo de hueso de la cena y le hizo pequeños agujeros donde insertó las cerdas y las selló con pegamento. Con el paso del tiempo modificó el diseño y fundó su propia compañía, Wisdom Toothbrushes, que todavía existe hoy en el Reino Unido.

Manual o Eléctrico: lo importante es saber que debemos cepillarnos al menos dos veces al día con una pasta que contenga flúor. Los dos tipos de cepillos son efectivos si se usan correctamente, todo depende de la destreza de cada persona, si bien, está ampliamente demostrado, que es más fácil alcanzar un nivel de higiene óptimo utilizando el cepillo eléctrico.

Limpieza correcta del cepillo de dientes: después de cada uso, hemos de lavarlo bien debajo del agua para eliminar cualquier resto de pasta de dientes o de alimentos que pudiese quedar retenido entre las cerdas, guardarlo en un lugar limpio y aireado; si está con otros cepillos, nos aseguraremos de que están separados para evitar la contaminación. Guardarlo en un estuche cerrado favorece la humedad y la proliferación bacteriana.

Vida media del cepillo de dientes: entre 3-4 meses de duración. Un cepillo desgastado no hará un cepillado y eliminación correcta de la placa bacteriana.